El fenómeno antisocial en adolescentes y el papel de la primera infancia
La adolescencia se entiende como el periodo que abarca desde los once años hasta el inicio de los veinte. Se trata de casi una década de evolución y cambios en la persona, que van desde transformaciones biológicas (crecimiento en cuanto altura, desarrollo sexual, cambios en la voz), transformaciones psicológicas y emocionales (desarrollo de un sentido de independencia, búsqueda y definición de identidad, evolución de la forma de pensar, establecimiento de ideales) y transformaciones sociales (tendencias y preferencias sociales, forma de presentarse y desenvolverse ante otras personas y ámbitos sociales).
Si bien estos cambios durante esta etapa son calificados como positivos ya que se trata de la formación de la persona para el futuro, muchos de estos pueden representar consecuencias negativas; ya que se pueden traducir o manifestar como conductas problemáticas relacionadas con un mal manejo de las emociones, un temperamento difícil o rebelde, o bien, la manifestación de comportamientos antisociales.
El fenómeno antisocial es un problema que al presentarse en las personas adolescentes, llega a representar diversos retos y consecuencias no solo para la persona menor, sino también para las personas que conviven diariamente con ellos.
La aparición de los primeros indicios de conducta antisocial en una persona, contrario al pensamiento popular, no se dan en una etapa más avanzada, sino que más bien se manifiestan desde una corta edad, es decir, la primera infancia.
En primer lugar, estas conductas son vistas, evaluadas e intervenidas como parte del desarrollo inicial de la personalidad del niño o niña y el aprendizaje y establecimiento de aquellas acciones que están bien y mal. No obstante, si más adelante en edad estas conductas persisten en el comportamiento diario de la persona y no desaparecen, aunque se le dé una intervención adecuada a la situación, se trata de un escenario en el que el adolescente es propenso a delinquir y a ser punido por ello.
Las personas menores que presentan una conducta antisocial generalmente forman patrones de conducta agresiva, abstencionismo escolar, escapadas del hogar, tendencias a la piromanía, y pueden llevar a cabo actos ilegales como el robo, el vandalismo, un quebrantamiento de las normas establecidas en sus distintos ámbitos sociales, ya sea el hogar, el centro educativo, entre otras acciones que involucren infringir las normas y expectativas sociales.
Además, las consecuencias a largo plazo que acompañan sus acciones son aún más deplorables para la persona en cuestión y sus allegados que los resultados inmediatos, ya que en la adultez continúan con las conductas criminales que desarrollaron durante la adolescencia, enfrentan dificultad para adaptarse a los diversos entornos sociales y a la sociedad en general, alienación, conflictos para establecer relaciones interpersonales, y adicción a la ingesta de alcohol y otras sustancias.
La primera infancia se considera uno de los principales predictores y factores de riesgo en cuanto al desarrollo de conductas antisociales: si la persona durante su infancia se ve expuesta a un entorno en el que predominan los patrones de agresión y conflictivad sin paso a resoluciones sanas y acorde a las necesidades de ambas partes, baja cohesión, negligencia, entre otros factores de exposición negativos, el o la menor será más propenso a implementar esos patrones conductuales en su propio desarrollo, que podrían llevar a comportamientos antisociales en el futuro cercano.
Por lo tanto, es posible afirmar que el núcleo familiar y la red de educación inicial del hogar son los principales factores de influencia en la conducta que desarrollará el infante una vez que dé paso a la adolescencia; sin dejar de lado la relevancia que tienen los factores biológicos y la influencia que tendrán los pares una vez iniciada la adolescencia.
Les invito a leer este artículo de la cadena de noticias española COPE que se refiere a la conducta antisocial en los adolescentes y el aumento en la violencia manifestada por estos mismos.
Bibliografía
COPE. (19 de julio de 2022). La conducta antisocial en adolescentes: "Es preocupante el aumento de la violencia en sus manifestaciones". COPE. La conducta antisocial en adolescentes: "Es preocupante el aumento de la violencia en sus manifestaciones" - La Tarde - COPE
De la Peña Fernández, M. E., & Gómez, J. L. G. (2006). Agresión y conducta antisocial en la adolescencia: una integración conceptual. Psicopatología Clínica Legal y Forense, 6(1), 9-24.
Kazdin, A.E. y Buela Casal, G. (2002). Conducta antisocial: Evaluación, tratamiento y prevención en la infancia y adolescencia. Madrid: Pirámide.
Zúñiga, R. (2021). Fundamentos de Criminología. San José: EUNED.
Muy interesante su aporte, compañera. Este tema me parece muy importante, puesto que la adolescencia es una edad crítica para el desarrollo de las conductas antisociales. El vínculo innegable entre este tipo de conductas y el entorno que rodea al individuo deja mucho para pensar. Ya que, ¿hasta dónde se puede culpabilizar al adolescente de su conducta, si la misma es un producto de su entorno?
ResponderEliminarEn el caso de los jóvenes, me parece que los padres comparten parte de la responsabilidad, dado que muchas veces ellos son negligentes al no prestarle suficiente atención a la conducta de sus hijos, o no se aseguran de que no caigan en malos pasos, o incluso ellos mismos son los que muestran ese tipo de conducta y los hijos la imitan.
Buenas tardes
ResponderEliminarel concepto de antisocialidad es un poco complicado y muchas veces se puede confundir su significado; me parece excelente la forma en la que describes el fenómeno de antisocialidad, ya que se puede entender a lo que hace referencia dicho acto; me parece muy interesante como mencionas que dichas conductas se ven presentes desde la adolescencia de una persona, ya que si te fijas, muchas veces la evaluación y el tratamiento de este tipo de conductas no están presentes y esto es lo que puede llegar a causar que una persona se desvíe y esta llegue a cometer actos delictivos y/o criminales, así que considerando esto, una detección a temprana edad podría ayudar a prevenir las conductas delictivas por parte de una persona.